miércoles, 14 de marzo de 2018

Reseña a libro sobre Antonin Artaud y el anarquismo



Thierry Guilabert

Pocas personas tienen más probabilidades de escribir sobre Antonin Artaud [1896-1948] que Ilios Chailly, no solo porque defendió una tesis en La Sorbona en 2011 sobre "La noción de revuelta en el trabajo de Artaud", sino también porque como actor se mantuvo fiel al texto, a la intimidad del texto, interpretando al propio Artaud en el espectáculo "La muerte de un mártir o El crepúsculo de la crueldad", donde realmente encendió el escenario en el festival. de Avignon de 2006, haciendo vibrar la sala sin haber cantado nunca el Momo. Así que el texto que aparece en Editions Libertaires no es una obra más sobre Antonin Artaud, sino más bien el camino encontrado por Ilios para deshacerse de algún modo del cuerpo sin órganos pero terriblemente engorroso del autor de _Para terminar con el juicio de Dios_. Se trata de un exorcismo: aquí está Ilios, he aquí a Artaud.

He aquí la vida de Artaud, según lo dicho por los testigos, los historiadores, mes a mes, año tras año, las palabras de Artaud, los gritos de Artaud, insultos a su psiquiatra, sus falsos amigos, para el mundo todo, y alrededor va el texto de Ilios trabajándolo cómo autor y como actor, poseido por la pasión Artaud, al punto que ya no se los distingue cuando al final del texto, es el el poeta Ilios Chailly quien escribe con el martillo y la ira de Artaud. Hay que decir que Momo es todo un personaje, desde la infancia al coquetear con demasiada frecuencia con lo que se llama locura; que con apenas veinticinco años es ya adicto al láudano, que será su laxante favorito contra los tormentos, la agonía insoportable de la vida. El hombre está lejos de ser fácil, tiene una higiene dudosa, escupe en la mesa cuando no orina en las alfombras. Un delincuente con relación que no debería frecuentar diríase, resentido como no hay dos, ni siquiera agradecido hacia quienes se esfuerzan por él.

Es indudable que tú no comprendes nada de Antonin Artaud. Un poco surrealista hasta ser excluido por Breton y sus esbirros, un poco actor de cine como el terrible Marat del "Napoleón" de Abel Gance; anarquista siempre iracundo, actor de sus textos, se tritura a sí mismo, se crucifica en el escenario porque la sociedad lo mata y busca purificarse de los grilletes sociales, a través de este teatro de la crueldad que le es propio, y que concibe como una peste poniendo de rodillas al orden establecido.

Mucho antes de las películas de los hermanos Wachowski, Artaud es consciente de la matriz: "He sido atrapado en la matriz aunque mi ego nunca lo quiso y mi alma tampoco", escribe. La matriz es el sistema podrido que le martiriza, es la administración, el ejército, la policía, la escuela, la religión, que juntos someten por anestesia general a la gente común y contra el cual están sus armas que son escribir, gritar, gesticular, eructar, "​​golpear hasta la muerte y follar, y correrse en la boca, es el último idioma, la última música que conozco."

Pero la sociedad no perdona a los que permanecen lúcidos, locos, renegados. Para Artaud serán nueve años de asilos psiquiátricos; serán, a partir de 1943, cincuenta y ocho electroshocks. Saldrá a menos de dos años antes de su muerte para pulir sus últimas armas, sus últimos discursos airados a este mundo en la perdición. Esto es con lo que Ilios ha estado codeándose durante años, y es esta historia la que nos da hoy para leer, un texto conmovedor de sensibilidad e ira. podría habérsele dicho a Ilios que ganaría su apuesta si lograba no enojar demasiado al lector. Es apuesta ganada y mucho más ...

[Publicado originalmente en francés en el periódico Le Monde libertaire # 1.793, París, marzo 2018. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]

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