viernes, 5 de enero de 2018

Desastre de SIDOR en 2017 hunde a la industria siderúrgica en el país



María Ramírez (Correo del Caroní)

Álvaro Becerra tiene 25 años de trabajo en Sidor. Debe viajar a diario en la unidad de transporte 24 que cubre la ruta de tres sectores del oeste de Ciudad Guayana. Este año se ha tenido que quedar numerosas veces en casa porque el transporte no pasa y, como ese, decenas más. Algunos trabajadores -coinciden sidoristas- tienen hasta cinco meses sin ir a sus puestos de trabajo.

La semana pasada en el siempre bullicioso portón 3 de la otrora siderúrgica más importante de América Latina y El Caribe contó el ingreso de apenas 17 de 130 unidades que debían transportar trabajadores de las distintas plantas de la mini ciudad industrial, ubicada en la zona industrial Matanzas. El silencio que impera en las plantas se repite en el portón, oscuro y con escasa seguridad por las noches. La ruta ya no encuentra el amarillo de los girasoles y el sorgo, siembra a la que la directiva destinó recursos por meses y de la que luego desertó.

La industria –reestatizada en 2008- está casi paralizada y, al menos ahora, los problemas de transporte que generan un ausentismo laboral de más de 50% no hacen peso. Y no lo han hecho en todo el año, otra vez, el peor de la historia de la siderúrgica, que fue en Guayana uno de los pilares indiscutibles de la industrialización en el país.

En el año que acaba de culminar, Sidor produjo –hasta el 19 de diciembre- 272 mil 256 toneladas de acero líquido, de acuerdo con balances a los que tuvo acceso Correo del Caroní mes a mes. La cifra equivale a 22 días de operación hace una década, cuando operada por la trasnacional Techint logró su récord de producción de 4,3 millones de toneladas. Es el menor registro productivo logrado desde su fundación en la década del 60’. En ese periodo, la industria marcó hitos, el principal: la primera colada de acero en el horno Nº 1 de la acería Siemens-Martín el 9 de julio de 1962.

De la capacidad de diseño de 5,1 millones de toneladas al año, que en esa década empezó a construirse, la industria opera en la actualidad a apenas 5,3% de su potencial. “La cifra de producción de 2017 significa que Venezuela volvió al extractivismo, volvimos a lo que es la explotación de materias primas sin otorgarle valor agregado y en condición casi artesanal al haber producido una cantidad de acero no registrada ni siquiera con la planta original, cuando se fundó Sidor con la acería Siemens Martín”, asegura Pedro Acuña, exdirector de Sidor en representación de los accionistas clase “B” de la industria. “Este año podemos decir que no tenemos proceso siderúrgico en Guayana, lo que significa que Venezuela volvió a la etapa de explotación de mineral de hierro y aglomeración”, reitera.

Trabajadores, testigos en primera fila

La cifra no sorprende a los trabajadores, testigos en primera fila del deterioro, pero sí los entristece. Con excepción del mes de julio en el que las acerías estuvieron totalmente paralizadas, Sidor se mantuvo todo 2017 en operaciones mínimas e intermitentes, con una grave crisis de insumos y partes, más profunda que la de años previos. En la acería de palanquillas, solo un horno de seis que posee el área está disponible; mientras que en la acería de planchones que produce material para la producción de aceros planos solo dos hornos están en servicio.

“Catastrófico” es la palabra con la que el trabajador Carlos Ramírez, con más de dos décadas de servicio en la acería de palanquillas, describe el 2017. “La peor producción de Sidor en toda su historia ha sido esta, bajo un mando militar que lo que ha hecho es destruir la empresa y quitar los beneficios de los trabajadores”, dice en alusión a la directiva de la empresa, presidida por el actual gobernador de Bolívar, Justo Noguera Pietri, quien en 2013 fue aclamado por trabajadores de la acería.

“Se me espelusca el cuerpo de pensar en Sidor, lo que da es tristeza, dolor, da ganas de llorar ver una empresa tan pujante ser ahora la última a nivel mundial”, agrega Ramírez con la voz quebrada. “No hay responsabilidad ni voluntad política para sacarla adelante. No vemos ninguna posibilidad de que vuelva a sus niveles de producción de 2007 en este gobierno. Hay desolación y tristeza y los trabajadores no dejan de lamentarse”.

Noguera Pietri, cuyo lema en las recientes elecciones regionales fue “no vine a prometer, vine a trabajar”, dio su palabra el 16 de noviembre de 2016 que Sidor produciría 3 millones de toneladas en el 2017. “Les aseguro que el año que viene estamos entregando sobre las 300 mil toneladas (de acero líquido) por mes: estamos hablando de más de tres millones de toneladas a nuestro país. Ya lo hemos hecho”, aseveró a Correo del Caroní. - Es decir: para 2017 promete más de 3 millones 600 mil toneladas de acero líquido. - Nosotros no prometemos: nosotros nos comprometemos…

Desde que arrancó el año, la promesa quedó desmontada, por tanto también el compromiso. El mes con mayor producción fue septiembre: apenas 49 mil 58 toneladas de acero líquido, una cifra distante del compromiso de producir “sobre las 300 mil toneladas por mes”.

No fue la primera vez que Noguera Pietri prometió mejoras. En junio de 2013, apenas un mes después de su primera gestión frente a la industria, presentó un plan de recuperación que tras un intensivo programa de inversiones operativas, mantenimientos programados, arranques de áreas y aumento de capacidad apuntaba a una producción de 5,8 millones de toneladas de acero líquido.

Precisamente, los trabajadores asocian el descalabro a la falta de inversiones. “No tenemos inversión, lo que le iban a dar a las acerías no se concretó. No ha habido ninguna mejora, todo han sido pañitos de agua, hemos arrancado cuatro veces por uno o dos meses y la última vez fue por 15 días. Nos pararon por problemas de argón y dijeron que hasta nuevo aviso”, añadió Becerra. “Los trabajadores se meten en un cubículo a jugar cartas porque es lo único que podemos hacer”, apunta. “Noguera Pietri, que en 2013 quiso imponer orden, se dedicó todo 2017 a hacer campaña política, no dedicó nada a levantar la empresa”, aseguró un directivo, que prefirió mantener su nombre en reserva por temor a represalias.

Cordón en frío tiene un semestre detenido

La deficiencia sostenida de materias primas no fue lo único que caracterizó el año. En la madrugada del 22 de junio de 2017, un incendio consumió parte del área de Decapado de la industria, lo que paralizó por completo el cordón en frío de la estatal, días después.

En el área de decapado se realiza el acondicionamiento de la superficie de las bobinas de acero, que previamente han atravesado el proceso de laminación en caliente de la industria. Allí se realiza el corte del borde y un lavado químico, para luego pasar a las líneas de Tándem y otros eslabones necesarios para la obtención de hojalata, destinada principalmente a la industria alimenticia; material para fabricación de techos y otros usos en el sector industrial y automotriz.

Seis meses han transcurrido desde entonces y no ha habido reparación alguna. La detención del cordón en frío agudizó aún más la limitada distribución de hojalata que se utiliza para el enlatado de atún y sardinas, por ejemplo. “No veníamos produciendo en condiciones normales y después de la quema del Tándem, no se ha producido nada, sigue parado y no hay expectativas de arranque”, dijo César Silva, trabajador de laminación en frío.

El sidorista recuerda el día del siniestro y lo compara seis meses después. “No han hecho nada para acondicionar el área. La única diferencia es que bajaron estructuras dañadas por el incendio, pero no se reparó ni se sustituyó nada”. “Todo el cordón de frío está absolutamente parado. Estamos cumpliendo horario los pocos que venimos, porque con la problemática de buses, trabajadores de Upata, Sierra Imataca y El Pao y otros de Ciudad Bolívar no están viniendo. En Ciudad Guayana igual. Yo, por ejemplo, me vengo en cola porque mi transporte algunas veces viene y otras no. La asistencia es poca”.

De 30 personas que trabajan en el área, precisa, asiste el 50%. “Hay áreas donde viene menos, hay áreas en las que prácticamente no viene nadie. No hay ni un 50% de los buses, porque están dañados y salen a prestar transporte público”. “La situación es preocupante. Ver que teníamos una planta productiva al 100% y tenerla completamente parada -donde están en riesgo muchos puestos de trabajo- es alarmante. No sabemos hasta cuándo se va a soportar esto. No ha habido interés en poner a producir la planta”.

Muelles para exportar productos primarios

En los muelles de Sidor que acercaban a Guayana al resto de América Latina y otros continentes recuerdan el ritmo de operaciones previo. “En los años 2004 y 2005, los barcos para exportación ocupaban los seis puestos del muelle y había embarcaciones esperando puesto”, cuenta un trabajador que ha trabajado en la industria 17 años y que prefiere resguardar su nombre por temor a represalias.

“La exportación era constante, eran años donde la exportación sobrepasaba las 200 mil toneladas al mes. Este año no hemos tenido ningún tipo de exportación ni de semi-terminados ni de terminados. Teníamos un inventario de 40 mil bandas en caliente programadas para ser exportadas a Italia y, luego, a Barranquilla, pero fue liberándose en gandolas para el mercado nacional”, explicó. “Más que todo se ha concentrado el trabajo en recibir materia prima como dolomita y antracita y de exportación ha sido más que todo excedentes, que es producción de acero primario en forma de Hierro de Reducción Directa (HRD) y finos”, agregó.

El sidorista describe que cuando no surge alguna labor de mantenimiento en los muelles, están en “ocio permanente”. “Estábamos acostumbrados a estar en actividad permanente, esto contribuía al desarrollo del país y ahora la actividad es muy precaria. A veces tomamos tiempo para otras actividades como realizar pequeñas reparaciones o limpieza, cosas menores, pero por lo general estamos en ocio, esperando que mejore la actividad”.

Precios privilegiados en América Latina

En este contexto de improductividad, las importaciones se mantienen en el terreno. Pese a la disminución de la actividad económica en el país, las pocas industrias transformadoras que se mantienen en pie siguen requiriendo material siderúrgico.

Los fabricantes de autopartes y repuestos nacionales requirieron 63.265 toneladas de acero nacional entre enero y septiembre de este año, pero solo recibieron 2.881 toneladas, apenas 4,5% de la demanda, reportó la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa). “No solo no hemos podido realizar exportaciones de autopartes por falta de aceros y aluminios nacionales, sino que tampoco hemos podido concretar nuevas exportaciones por la inseguridad de que podamos cumplir con dichos compromisos”, alertó el gremio en un balance anual. Favenpa ha sugerido devolver las industrias del acero al sector privado con asociación a empresas mundiales del acero para asegurar la producción y el suministro en la cantidad, calidad y oportunidad requerida. “La situación es dramática, no tiene nombre. El estado venezolano requería 200 mil toneladas de acero por mes para la producción en productos terminados (…) Hoy el consumo nacional está siendo totalmente soportado con importaciones, incluso, de Colombia que era un cliente tradicional de productos planos”, sostiene el exdirector de la industria, Pedro Acuña.

Auditoría urgente

Cifras de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) indican que en Venezuela el consumo de aceros laminados retrocedió 84% entre enero y octubre de 2017, con respecto al mismo periodo del año previo. Junto a Bolivia fueron los dos países con el mayor descenso. En ese contexto, la importación por parte de Venezuela de aceros laminados y derivados desde China fue de 90 mil toneladas, 55,6% menos que en el periodo previo. Fue el país de la región con el mayor retroceso en el nivel de importaciones. Sin embargo, los precios de esas compras perturban. En octubre, Alacero reportó que Venezuela tenía el precio promedio más alto de la región para las exportaciones chinas de acero, una tasa de $1.053 por tonelada, en base a aduanas chinas, pese a que el promedio de América Latina es de $613. En el caso de los productos planos, el precio promedio para Venezuela es de $1.809, mientras que el de la región es de $607. Vecinos como Colombia tienen un precio de $557 la tonelada, mientras que Brasil tiene un precio de $639 para los productos planos importados de China, reportó Alacero.

Que Venezuela exhiba uno de los precios de importación de acero más altos del mundo, siendo un país con un gran potencial de producción siderúrgica y desde China, uno de sus principales aliados políticos, “requiere una auditoría de manera inmediata y urgente, porque los precios presentan desviaciones exorbitantes con respecto a los precios de mercado”, sostuvo Acuña. El 2018, cuando se cumplen 10 años de la reestatización de Sidor por orden del expresidente Hugo Chávez, no se vislumbra positivo. Con una crisis económica en marcha, que supone menos recursos para invertir en las industrias mientras sus demandas financieras aumentan, los trabajadores guardan pocas expectativas. “Antes era un privilegio trabajar en Sidor, trabajábamos con bastante esfuerzo y teníamos muchos beneficios. Ahorita dicen que nos dieron bastante, pero nos han quitado mucho y no vemos un futuro bonito para 2018”, sostiene Becerra, sidorista con 25 años de servicio en la industria.

[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/economia/item/61567-debacle-de-sidor-anula-avances-del-proceso-siderurgico-en-venezuela.]


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