viernes, 5 de enero de 2018

A 50 años de la Renovación en la UCV: ¿Fue un movimiento anarquista?



Nelson Méndez

[Nota previa de El Libertario: Este año recordamos el cincuentenario del inicio del proceso de Renovación en la Universidad Central de Venezuela, un movimiento transformador que estremeció la estructura tradicional de la educación universitaria en Venezuela y que, tal vez por lo fuerte de ese estremecimiento, recibió desde un primer momento el calificativo de “anarquista”, una calificación poco común en un país donde el anarquismo ha sido en general un ausente tanto en las luchas sociales como en el debate de ideas, por lo que los eventos de la Renovación nos tienen que resultar llamativos a quienes medio siglo después levantamos banderas anarquistas en este país.]

[Nota del autor: El texto que sigue es parte de de un trabajo más amplio sobre el tema que escribimos a mediados de la década de 1990. No hemos querido corregirlo o modificarlo pues aunque hoy quizás diríamos algunas cosas de manera diferente, en esencia seguimos sosteniendo la visión que animó a estas líneas así como las conclusiones fundamentales que acá se expresan. Por otra parte, se hace alusión en el texto a una reseña histórica resumida de los sucesos  de la Renovación en la UCV, la cual puede consultarse en la versión original más extensa (“La Renovación en la Universidad Central de Venezuela (1968-1969): Érase una vez el futuro”) que está disponible en https://www.nodo50.org/ellibertario/textos.html.]

Así como resultaba indispensable para los fines de este trabajo describir lo esencial de los eventos de la Renovación a partir de 1968, nos es también obligatorio discutir el balance de esa experiencia. A tal efecto, la mayor parte de lo escrito sobre el tema apunta hacia un saldo negativo, apreciación que recorre diversos matices de uno a otro autor; ello contrastando con el carácter de práctica personal enriquecedora que le han atribuido muchos de los que vivieron los acontecimientos. Para estos últimos, fueron tiempos conflictivos, divertidos e inolvidables donde se inició una manera de pensar y vivir la universidad, al país, a la militancia política, a sí mismos y a sus relaciones interpersonales que, en los siguientes 10 ó 15 años, marcó a lo que podemos denominar la cultura de la izquierda en la UCV y en Venezuela.

El pensamiento que se desarrolla y difunde con la Renovación universitaria concibe al cambio revolucionario como resultado de la toma de conciencia por parte de colectivos capaces de actuar armónica y racionalmente, en ruptura con la visión ortodoxa leninista que propugnaba que la acción revolucionaria sólo es posible bajo la guía de una vanguardia dirigente, que es la depositaria sabia de la voluntad de las masas. Esa concientización colectiva implica una actitud intelectual de cuestionar, traducida en romper con los dogmatismos que hasta la Renovación acotaron al pensamiento de la izquierda universitaria, proponiendo nuevos modos de reflexión, lo que sin duda trae riesgos de oportunismo - con tantos ejemplos ilustres de antaño y hogaño -, pero también abre enormes posibilidades creativas para el análisis, la comprensión y la acción.

En tal sentido, hay que decir que al proponerse la meta de asumir ese nuevo estilo de trabajo intelectual, el resultado fue quizás la última vez que la UCV generó propuestas globales para la transformación del país, que nutrieron a muchos de los aportes alternativos más interesantes conocidos en las dos décadas posteriores en diversas ramas de conocimiento y expresión [Ver, para el terreno de las llamadas "Ciencias Duras", en (Cuadernos Lagoven, 1992), para el área de Ingeniería, en (Pirela, 1984), y para las Ciencias Sociales, en (Castro, 1988)]. Pero también debemos agregar que las audacias de la Renovación contrastaron abiertamente con la paz social que imperaba entonces, y hasta el 27 de Febrero de 1989, en Venezuela, por lo cual para los sectores hegemónicos resultó relativamente sencillo e indoloro aislar ese virus crítico, en lo que de peligroso podía tener para el orden establecido en nuestra sociedad. Para esa tarea, el poder contó con el auxilio nada desdeñable de las direcciones de la izquierda partidista, que nunca pudo comprender y asimilar lo que a su juicio fueron aspectos impolíticos, irreales y anarquizantes que acompañaron a esa erupción pequeño burguesa.

Entendemos que los censores de la Renovación insisten con énfasis en tres puntos negativos que caracterizaron al proceso y justificarían su completa condenación. De seguidas los describimos y tratamos de analizar:

1) Esencia destructiva y anárquica: Se atribuye al movimiento exaltar hasta niveles intolerables el desbarajuste del funcionamiento universitario, como si antes y después del proceso la institución estuviese organizada y operando de una manera que fuese, sino la mejor, por lo menos la apropiada para responder ante el escenario cambiante que le correspondía enfrentar, sin dejar de reconocer y procurar corregir fallas inevitables. Pero la Renovación reveló un furtivo, insidioso y agudo desorden estructural que ya estaba allí, como lo sigue estando muchos años más tarde. Para sus oponentes, la tempestuosidad del proceso es signo de un carácter destructivo e irracional, argumento siempre útil para condenar cualquier intento radical de modificar un ordenamiento por lo general hostil frente a las transformaciones como la universidad venezolana, ámbito tan quisquilloso ante las irreverencias críticas pero indulgente con su propia inoperancia orgánica.

No estamos seguros si es con intención o por ignorancia, pero en esta clase de argumento hay una constante confusión entre desorden y Anarquía - teoría y práctica del Socialismo Libertario -. De hecho, y coincidiendo con la revalorización de este pensamiento a partir de los años 60, hubo coincidencias nada casuales entre las propuestas renovadoras y temas clásicos del Anarquismo, llegados a la Renovación de distintas fuentes, pese a que la referencia teórica explícita del movimiento seguía siendo el marxismo en vertientes innovadoras y no dogmáticas, sin que ninguno de sus voceros aceptase ser identificado como anarquista; no obstante, el sambenito de "Anarquía = Bochinche" es de casi obligatoria mención en los reproches a la Renovación, desconociendo que el Anarquismo es muy diferente al puro nihilismo irracional, pues tiene una teoría y una práctica con proposiciones constructivas coherentes [Ver (Tomassi, 1988)].

2) Vía hacia la piratería, el oportunismo y el burocratismo: Se dice que el movimiento renovador fue el atajo abierto para una camada de arribistas en el escalafón académico y burocrático de la Universidad, que ascendieron por él a costa de destruir buena parte del acervo humano, material y organizacional de la UCV. Se señala que el cuestionamiento exaltado que se hizo norma en la época abrió la ruta para el incremento de la piratería estudiantil, profesoral y administrativa, como si esos males no se manifestaran en modos más aberrantes por casi todo el resto de la Educación Superior venezolana pública y privada, en especial en institutos que nunca han conocido nada ni remotamente afín a la Renovación. Además resulta que, en términos generales, las personas y grupos que rigieron y/o decidieron los destinos institucionales ucevistas antes y después de la Renovación fueron esencialmente los mismos.

De ello cabe deducir que la raíz de este problema debe buscarse en otra parte, a pesar que ciertos autonombrados renovadores fuesen tan entusiastas en el tránsito de esa vía a posteriori, lo cual no compromete a la Renovación en si, pues sería como decir que la Independencia de Venezuela se combatió para satisfacer ansias terrófagas de un grupo de caudillos militares, puesto que Páez y compañía acabaron convertidos en grandes latifundistas.

3) La falta de objetivos nítidamente definidos y la discordancia de lo que se hizo en diferentes escuelas y facultades: Como en la mitología griega, donde Atenea brotaba de la cabeza de Zeus adulta y armada, hay quienes argumentan que la Renovación sólo sería razonable naciendo de un programa denso, meditado y exacto en la profundidad y el tiempo de sus actuaciones. Se olvida así que la fuerza y riqueza del movimiento estuvo en su capacidad de expresar circunstancias, necesidades y voluntades sin encuadrarlas en esquemas prefijados.

Como ya hemos indicado, abundaron las publicaciones que definían objetivos inmediatos y formas de alcanzarlos, pero estos intentos de reflexión respondían a coyunturas muy precisas, siendo incluso divergentes entre facultades y escuelas distintas, pues lo que ocurría y se enfrentaba de un modo en Ingeniería o Agronomía, era objeto de otras valoraciones y acciones en Economía o Ciencias.

Sólo unos pocos esbozaron enfoques más generales, pero la dinámica del proceso concreto impidió que esas propuestas madurasen lo suficiente, pues el movimiento renovador no alcanzó a superar limitaciones y adversarios que terminaron siendo fatales para su desarrollo como posibilidad real, y también para diseñar una perspectiva teórica más elaborada.

Los párrafos finales de esta parte del trabajo serán para referirnos a un tema que la Renovación trajo al tapete, promoviendo un reto que han debido responder todos sus críticos, y que hoy está tan presente como en aquellos años: ¿Para qué Universidad?. La Renovación quería una universidad para el mañana, desprendida del conservadurismo institucional y del peso de los intereses de poder establecidos, que anunciase y prefigurase rumbos a la Venezuela socialista futura. Por supuesto, todos los realismos políticos de izquierda, derecha y centro se opusieron con vigor a esto que calificaron de alucinación voluntarista y utópica, hasta que se vaporizó después de 1975. Sus enterradores le enfrentaron un proyecto para hoy, respetuoso de las tradiciones de ayer y de las hegemonías reinantes, eficiente y racional ante las demandas de la sociedad contemporánea, donde la institución operaría más como servidora técnica, productiva y virtuosa que como foro de inteligencias críticas y creación alternativa.

Con el norte que fijó el modelo triunfante se orientarán casi todas las propuestas y acciones vistas en el medio universitario durante los siguientes 20 años, hasta cuando provenían de sectores que en teoría se suponían más radicales. Pero ante la aparente inevitabilidad de los supuestos de este proyecto, debe recalcarse que ya en 1969 se rebatieron con agudeza las objeciones tecnocráticas y al "realismo" que proclama la imposibilidad/inutilidad de transformar la Universidad sin que el país cambie [Ver el Manifiesto de Letras y otros documentos del período en (Naime, 1974)], aparte que habiendo sufrido tantos experimentos zozobrantes de neoliberales y demás fans de lo factible, piensa uno si lo quimérico no es seguir con esa clase de realismo, cuyo resultado ha sido que la UCV, y en general la Educación Superior del país, esté más que ligada, hipotecada al presente de crisis que padece nuestra sociedad.

De hecho, se ha perdido ese rango indiscutible de primera referencia científica e intelectual nacional que tuvo nuestra Alma Mater hasta los años 70, lo que obedece más a las vicisitudes de esa crisis propia y ajena que no ha podido enfrentar y resolver con coherencia, que al crecimiento cualitativo y cuantitativo de otras instituciones que ahora compiten por ese rol primado con la veterana ocupante de la Hacienda Ibarra - IESA, IVIC, INTEVEP, USB, Centro Gumilla, etc. -.

En vistas a las experiencias vividas en nuestra Educación Superior, no se puede continuar rechazando como superado, absurdo y/o peligroso el replanteamiento radical de la universidad venezolana y sus problemas, pues a pesar de las propuestas cosméticas que de continuo instrumentan gerentes y tecnócratas, la conservación del vigente modelo académico y funcional nos ha llevado a un presente incierto, donde la paralizante inercia de lo establecido es obstáculo principal para una construcción positiva del futuro. Estimamos que desarrollar opciones deseables de porvenir nos exigirá evitar las gimnasias retóricas de moda y las soluciones formalistas que dejan lo esencial para después, lo cual será posible a través de actuaciones políticas que involucren amplia participación colectiva, emanadas no de la imposición iluminada de unos pocos sino de la voluntad consciente de muchos. Para seguir esa senda, comprender lo que fue y lo que propuso la Renovación tiene hoy para nosotros una pertinencia que debe ir mucho más allá de la curiosidad anecdótica o el interés erudito.


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