viernes, 22 de septiembre de 2017

El teniente Curvelo, un común y corriente militar venezolano...




Édgar López

* Fragmento extraído del post "Una mafia disfrazada de sindicato está al mando del yacimiento de oro más grande de Venezuela", que en versión completa es accesible en http://arcominerodelorinoco.com/capitulo-01.

La delincuencia organizada en torno a la minería supone una estructura que penetró las instituciones públicas de Venezuela. Así lo demuestra el caso Curvelo. El 24 de octubre de 2015, fue detenido el teniente activo del Ejército Bolivariano y funcionario de la Gobernación de Bolívar, Jesús Leonardo Curvelo.

Le incautaron 33.034.920 bolívares en efectivo, embalados en 31 cajas de cartón, cuando pasaba por el puesto de control de la Guardia Nacional Bolivariana La Romana, en la carretera Troncal 10.

La Fiscalía estableció que Curvelo y Pedro Rafael Goitía Salazar, el conductor del vehículo en que trasladaban el dinero, formaban parte de una organización criminal más amplia. No identificó a otros involucrados, a pesar de que obtuvo pruebas de que el dinero procedía de cuatro organizaciones gubernamentales relacionadas con programas sociales: Mercal, Pdval, Red de Abastos Bicentenario y Gas Comunal, y que algunos de estos programas sociales tenían su sede en instalaciones militares.

Para avanzar en el rastreo de los 33 millones de bolívares incautados al teniente Curvelo, bastaba que la Fiscalía cotejara si efectivamente el dinero procedente de Mercal, Pdval, Red de Abastos Bicentenario y Gas Comunal era el resultado de sus ventas u alguna otra de sus transacciones legales. Pudo haber requerido explicaciones a cada uno de los representantes de esos establecimientos, pudo hacer inspecciones; pero no lo hizo.

Curvelo estuvo detenido 106 días hasta el 3 de febrero de 2016, cuando obtuvo casa por cárcel. Huyó del país y solicitó asilo político en Portugal. Ya fuera del alcance de sus enemigos, el teniente ató algunos cabos sueltos que dejó la Fiscalía. Para ello dispone de la información privilegiada que acumuló durante 14 años de servicio como asistente personal del general Julio César Fuentes Manzulli, quien se desempeñaba como Comisionado de la Gobernación de Bolívar para los Pueblos del Sur y tenía la función de combatir las mafias mineras.

En un informe fechado el 28 de septiembre de 2016 y dirigido al diputado de la Asamblea Nacional por el estado Bolívar Américo De Grazia, Curvelo afirma que el dinero que le fue incautado era una encomienda de Fuentes Manzulli y que “...sería empleado para la compra de oro por Juan Gabriel Rivas Núñez, Juancho...”.

Desde Portugal, en entrevista telefónica que se le hizo el 17 de enero de 2017, el teniente del Ejército admite que había realizado otras operaciones delictivas y que la última remesa de dinero que intentó llevar al jefe del pranato en Las Claritas se frustró porque “no hubo coordinación” entre los jefes militares destacados en los pueblos del sur del estado Bolívar.

Asegura que el día de su detención recibió una llamada telefónica del teniente coronel de la Guardia Nacional Bolivariana, Eduardo Gámez Flores, a quien señala como sobrino de la primera dama venezolana, Cilia Flores. “En octubre, cuando yo me vine, el teniente coronel Gámez Flores estaba en Puerto Ordaz. Todo el mundo sabe que es sobrino de Cilia Flores y es respetado en todas las alcabalas. El día de mi detención él me hizo una llamada telefónica... Me dijo que ya estaban resolviendo el problema, mi problema. En verdad, yo creo que era un problema que se podía resolver fácilmente: un teniente, un carro del gobierno... Lo que pasó es que nunca se pusieron de acuerdo”.

Sin rodeos, Curvelo afirma que sabía que estaba transportando dinero de origen ilícito: “Sí, por supuesto. En 14 años trabajando con un general, yo nunca pregunté más allá de lo que tenía que preguntar...Por eso me sentía muy tranquilo, porque mi jefe tenía conocimiento de esto”.

También admite que, además de dinero, suministró armas de fuego a los jefes de las bandas criminales vinculadas con la minería. “No podría decir un número exacto. Hagan un registro de las armas que decomisan en los pueblos del sur y compárenlas con las que supuestamente han inutilizado. Vamos a darnos cuenta de que son las mismas, que es un reciclaje”, agregó. En el expediente del caso Curvelo no aparecen mencionados, ni siquiera referencialmente, el general Fuentes Manzulli o el teniente coronel Gámez Flores. Después de la huída del teniente del Ejército a Portugal, el asunto quedó en el olvido.

La Fiscalía no avanzó en la identificación de los integrantes ni en la precisión de otras operaciones de la organización criminal que respaldó al acusado y que, fomentada por la impunidad, podría continuar sacando provecho del tráfico de oro, dinero y armas en los pueblos del sur del estado Bolívar.


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