jueves, 25 de mayo de 2017

Opinión: Con 50 días de lucha la rebelión crece



Emilio Bastidas

El régimen se tambalea

La escalada en las luchas, su extensión en todo el territorio nacional y el surgimiento de una nueva vanguardia le están quebrando el espinazo al régimen. Maduro trata de evitar una salida en estampida, por eso no llama a elecciones, forja un fraude Constituyente y tutela la más vil represión contra los distintos sectores populares del país.

El gobierno no cuenta con apoyo popular, sus movilizaciones son cada vez más escuálidas y cubiertas con la asistencia por inercia de algunos chavistas duros, más los compatriotas que acuden obligados bajo la amenaza de quitarles algún beneficio social como, por ejemplo, la comida que venden a través de los CLAP.

Hoy, los barrios populares, que eran íconos del chavismo, vienen desprendiéndose del madurismo y simpatizan con las movilizaciones que comenzaron a desplazarse por estos sectores. Aplauden en señal de aprobación, suenan las cacerolas y dotan de agua a los que marchan.

Este régimen se mantiene esencialmente por los altos mandos militares de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) que ordenan la represión más brutal que recuerde nuestra memoria, contra la población que sale a protestar.

Ahora bien, ésta apuesta militar comienza a desmoronarse, el país en llamas los acorrala. La represión y los asesinatos no nos han hecho retroceder, cuando el gobierno y sus secuaces militares creen haber “controlado” una zona es porque otra ya se está levantando. La movilización, a 50 días, crece y se fortalece en su conjunto.

Una nueva vanguardia está surgiendo

Miles de jóvenes se incorporan a las movilizaciones contra el régimen madurista. Conforman una nueva vanguardia que se viene estructurando al fragor del combate. Se colocan al frente de las marchas, concentraciones, plantones o cualquier forma de lucha para defenderse de las agresiones que cometen la policía (PNB), la guardia nacional (GNB) y los paramilitares (colectivos).

Sus razones son variadas: comida, educación, salud, libertad, democracia, trabajo, futuro. Es decir, por todo lo que se le ha arrebatado pero su objetivo uno sólo, FUERA MADURO YA.
Son “los escuderos” de la libertad o de la resistencia, por los escudos que utilizan para proteger a los manifestantes de las bombas y los perdigones. También se les dice los “soldados de las franelas”, ya que miles de ellos participan en las movilizaciones con una franela al rostro que los resguarda de los gases lacrimógenos y de las fotos para criminalizarlos. Esta juventud cada día gana la simpatía de millones de venezolanos, se les considera unos valientes y vaya que lo son, se juegan la vida a diario y han puesto la mayoría de los muertos en los días que van de lucha.

En esta vanguardia participan liceístas, universitarios, técnicos, trabajadores, mata-tigritos, desempleados, profesionales que provienen de los distintos sectores populares y sociales del país. No son sumisos a las direcciones políticas de la MUD, de allí que comienzan a tener autonomía en la conducción de las manifestaciones.

Han aprendido y su conciencia madura en los hechos. Hoy no es raro ver que una movilización se convoca para en el centro de una ciudad y termina en la autopista o en un barrio, o que un plantón se convierta en una tranca total con refriegas hasta de 8 horas.

Hoy miles de los que salen a pelear se sienten confiados, los siguen y los apoyan. No son terroristas, ni violentos como los quiere hacer ver el gobierno. Por el contrario, preservan la vida de quienes protestan exponiendo el pellejo. Por eso, en las incursiones que se comienzan hacerse en los barrios populares son vitoreados y aplaudidos.

Su nivel de organización para confrontar al régimen madurista, supera de lejos las experiencias del pasado. Ya no se ven esas escenas en las que un grupo de luchadores lanzaban piedras y salían corriendo cuando llegaba la represión. Ahora es distinto y ello se debe a que existe un sistema organizativo conformado por cientos de activistas que se distribuyen las tareas y arman “líneas” o “cadenetas” de acción para hacer frente a los asesinos de Maduro.

Primero vemos a los “escuderos”, quienes de forma rudimentaria y evocando las batallas de siglos pasados, protegen las movilizaciones del impacto de las bombas, perdigones y balas que en forma criminal disparan los policías, guardias y paramilitares. En una segunda línea, los “guantes” que recogen bombas lacrimógenas para desactivarlas o retornarlas a los agresores oficialistas. Un tercer grupo que se mueve entre las distintas líneas de lucha, encargados de la “logística” y cuya misión es de proveer de líquidos hidratantes y antídotos a los manifestantes para soportar el efecto de los gases. La cuarta línea o “relevos”, que reemplazan a quienes están al frente, razón que explica porque tranquilamente en una confrontación se pueden resistir largas horas de enfrentamiento. Y una quinta conformada por los encargados de los primeros auxilios y de retirar, hacia lugares seguros, a los heridos en el fragor de la lucha.

En algunos sitios con mayor experiencia, estas líneas son complementadas con una red de “observadores” o grupo de inteligencia que identifica y vigila particularmente el accionar de los paramilitares, que dicho sea de paso, son sicarios y asesinos a sueldo responsables de la mayoría de las muertes ocurridas en estos días de enfrentamientos. Y digámoslo también, en algunas zonas, estas líneas se colocan en igualdad de condiciones para enfrentar a los paramilitares motorizados que defienden al gobierno.

Acción y conciencia

Esta vanguardia de “millennials” no sólo está conformada por quienes se dedican a la “acción” en las movilizaciones. Este vasto sector que lucha en las calles a diario también se dedica a pensar, refutar y dar coherencia política a su beligerante accionar. Su otro campo de lucha son las redes sociales -donde ya también perdieron el miedo- expresando digitalmente y con total criterio sus opiniones sobre la evolución de la lucha. A su modo comienzan a elaborar sus propias consignas y programas que luego son aplicadas en las movilizaciones. Se imponen con sus coros rechazando los discursos de los dirigentes de la MUD que tratan de adormecerlos o colocarle límite a las movilizaciones o a sus expectativas. Así sucedió el 26 de octubre del año pasado en la llamada toma de Venezuela, el 19 de abril de este año, el Primero de Mayo o este sábado 20 de mayo.

En cierto sentido comienza a presentarse simultaneidad entre la acción y la construcción de la conciencia. Mientras la dirigencia de la MUD tiene una hoja de ruta de cinco puntos, y priorizan la negociación para una transición “pactada y ordenada”, para los "millennials" su mapa cerebral ya les indica que el gobierno y el régimen formado en los últimos 20 años sólo se irá cuando el pueblo movilizado le haga tragar el polvo de la derrota en las calles.

En los hechos, en las últimas movilizaciones se evidencia esta
confrontación “programática”.

De una parte están quienes quieren que el gobierno se rinda respetando el orden constitucional, especialmente representado por los dirigentes de la MUD y otro sector que sin expresarlo con todo rigor político y científico, a su modo intuye que la única salida posible es por la vía de la rebelión total, es decir, derrotando a Maduro en las calles. Definitivamente una diferencia abismal que cada día crecerá.

Obviamente, no podemos creer que el nivel de conciencia de estos sectores de la juventud, que hoy juegan un papel de vanguardia en la acción, es lineal, progresiva y unísona. Allí hay de todo. Existen expresiones partidistas, antipartidistas, anti-comunista, estas últimas generadas por la confusión que genera este gobierno que se disfraza de “socialista y revolucionario”.

También hay expresiones fascistas y dosis de vandalismo que en ocasiones derivan en acciones que empañan las grandes movilizaciones que la población desarrolla. Debemos aislar y derrotar estas tendencias negativas a favor de la acción de las masas.

Contribuyamos para que esta vanguardia se consolide y juegue un papel progresivo
Es imposible pensar en la caída del gobierno de maduro y del régimen edificado alrededor de Chávez, su imagen, su política y su programa, si no existe una preocupación permanente por contribuir al surgimiento y consolidación de la vanguardia juvenil que empieza a “insurgir” en estos días ininterrumpidos de confrontación política.

Esta tarea comienza en luchar hombro a hombro con estos valerosos jóvenes que se juegan la vida a diario, estableciendo canales de diálogo y discusión política para crear una dirección alternativa que se oponga a toda negociación para la transición y la gobernabilidad entre las cúpulas políticas, de espalda y contraria a las esperanzas de las amplias mayorías de la población.

Desde esta perspectiva hay que contribuir en la elaboración política para que la inmensa mayoría de los manifestantes asimilen que la salida a la actual crisis es política, por encima incluso de las normas escritas. Que todo mundo sea consciente que Maduro, su gobierno y su régimen deben irse para el carajo ya. Que para lograrlo, debemos mantener las movilizaciones de calle en todo el territorio nacional.

Tenemos que reproducir el ejemplo de la nueva vanguardia que surge de las movilizaciones, forjando miles de grupos, miles escuderos de resistencia, miles escuderos de la libertad, miles de soldados de franela y promocionando el desarrollo de instancias democráticas, asamblearias, para desarrollar la discusión política y la toma de decisiones, que superen el relato de la dirigencia de la MUD que solo le cabe en la cabeza una transición política pactada con Maduro o sus actores.

En los centros de trabajo, universidades, liceos, barrios, urbanizaciones, pueblos, ciudades, en fin hasta en el último rincón del país, debemos crear los grupos de libertad y resistencia para organizar y dirigir las luchas. Nuestro objetivo es simple: por medio de la movilización permanente, sacar a los responsables de la ruina del país, de la represión y de los asesinatos.
Ya se ha avanzado bastante. Pasados cincuenta días, lo que está en desarrollo es una rebelión que se extiende a todos los rincones del país y que sobrepasa la conducción timorata de la MUD. Las masas y su nueva vanguardia en construcción vienen teniendo autonomía en los llamados y control de las movilizaciones en los distintos pueblos y ciudades. Con esta presión han logrado, en una primera instancia, que la dirección de la MUD mantenga el llamado a las concentraciones para evitar ser desbordados, en segundo lugar ha impedido hasta ahora, la pretensión de cederle al madurismo en una negociación. Táchira y Mérida nos indican el camino, su respuesta, a pesar de la represión brutal contra ellos, ha sido movilización y más movilización hasta acabar con el régimen madurista. No puede haber negociación donde “no haya vencidos ni vencedores”, y que termine liberando de responsabilidad al régimen asesino de Maduro.

Hay que seguir desarrollando la rebelión nacional como única salida para acabar con este régimen y como antídoto frente a quienes hoy (Trump, ONU, OEA, Vaticano, UE, UNASUR, Rusia, China, Cuba), aconsejan una salida negociada que garantice salvoconductos a los que hoy son los responsables de la ruina del país y de todos los asesinatos cometidos contra una población que defiende su derecho a comer, al futuro y a la libertad.
La lucha es hasta lograr el objetivo perseguido por nuestro pueblo, que junto a sus escuderos o sus soldados de las franelas, combaten para enviar el régimen de Maduro al carajo, y, ya.

Si hay futuro

Aún, muchas venezolanas y venezolanos creen que no hay futuro. A ellos les decimos que acompañando a los miles y miles que se movilizan a diario y especialmente apoyando a los jóvenes combativos que orgullosamente nos representan en esta batalla, está abierta la posibilidad de que Maduro se vaya y de que si habrá un nuevo futuro para la población.

Ahora bien, tenemos que hacer un esfuerzo por aclarar las perspectivas. Necesitamos con urgencia que los jóvenes que hoy combaten, sean también la garantía para la etapa post-caída de Maduro y compañía, pensando y diseñando un programa, que sea capaz de garantizar: la recuperación del poder adquisitivo de los sueldos y salarios; la dignidad y el respeto a los derechos de los trabajadores y empleados tanto en las empresas públicas como privadas; que se rescaten los recursos malversados por los corruptos y se inviertan en la recuperación económica; que se acabe la tragedia de las colas y el clientelismo político alrededor de los pérfidos Claps con el pleno abastecimiento; que se redistribuya el presupuesto nacional dando prioridad a la salud, la educación y la vivienda; que se recupere la soberanía total sobre nuestros principales recursos petroleros, energéticos y mineros; y que de una vez por todas se desarrolle una real y profunda reforma agraria que garantice para las actuales y futuras generaciones la soberanía y seguridad alimentaria.

En ese futuro, no se vale aplaudir ni apoyar discursos que en los días posteriores a la caída de Maduro sugieran o hablen de que hay que “apretarse el cinturón” o de aceptar nuevos, mayores y dolorosos “sacrificios” supuestamente para sacar adelante al país.

Ya hemos pagado con el brutal ajuste que nos han aplicado desde el gobierno y el Consejo Nacional de Economía, las multinacionales, los grupos empresariales en particular los del sector financiero, y los corruptos. Que la crisis la paguen quienes la generaron, no los pobres, no los de abajo.

Sólo así podrá materializarse la consigna que desde Aragua empieza a masificarse: "Ni Capriles, Ni Maduro, lo que queremos es un mejor futuro"

[Tomado de http://deslinde2011.blogspot.com/2017/05/con-50-dias-de-lucha-democratica-la.html.]

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